Una Luna radiante
asoma en este cielo de la tarde, galopa entre nubes y surfea en las olas del
sol en fuga, luces tibias, cálidas, besos de ausencia y palabras de consuelo
que llueven en paracaídas de agua, directo al alma. Niña hermosa…cuantas
emociones nos estas repartiendo, siempre intensa, siempre fuerte, nunca
desapercibida.
Este camino es
ciego, no tiene guía, no tiene consejos, no tiene aliento ni como mirar detrás,
hay un piso borroso y un aura que enamora, pero que no puedo tomar, aquella
sonrisa que escucho irremediablemente me acompaña incansable, una voz tan dulce
como verde silencia el ruido de mi
derredor, quiero poseerte, tenerte…que brusco en este amor, que torpe en mi
historial acompañado de tu cristal sutil y delicado. Pasarán los días y los
meses, la eternidad y yo tratando de verte, así somos, así soy, la foto que
nunca saqué, la imagen que nunca pude es esa, poetizada por tus ojos, aquellos
que me enamoraron de tu mamá desde el momento que la conocí…no podías ser de
otro modo, montaña y mar, piedra y tierra, agua y sal.
Los días que vienen
no son días, son fotos, son hojas en blanco con un perfume repartido en ropa y sábanas
que se dispersan, que se olvidan solas, navegaré por allí, tratando de alegrar
la tristeza, de armar esta foto que se dispersó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario