martes, 9 de julio de 2013

Sobre ángeles, casualidades, dioses y milagros. (5)


   También es momento de comprender cuando uno ve cosas que no salen, es ciego a los mensajes y se obnubila con los impedimentos. Las torpezas asoman y las claves se desmoronan, esos fuertes que antes servían de comodines ahora son estorbos que no nos dejan caminar, hacer, pensar…a cambio de un camino en pendiente de dolor en aumento, frustración y depresión. A veces, como dice Ana, el universo nos avisa de ciertas cosas, cosas que también podemos no mirar, o mirar para otro lado, o dejar pasar, quizás allí llegue el opuesto de mis mensajes anteriores, donde la pesada carga de estar distraído me daría no una de aquellas visitas de ángeles donde todo sale entre perfumes y sonrisas, sino que avisa el universo, o los mismos ángeles que no es el momento del camino transitado. Allí, en ese lugar pasan cosas, también pasan cosas, y son de dolor y de sorpresa, de las que nos jaquean y nuestra ceguera, testarudez o lo que sea impiden continuar y chocamos más veces con la misma pared, echamos culpas, echamos responsabilidades por la ventana y justificamos de algún modo en el exterior lo que fue seguramente parte de nuestra responsabilidad, aunque tampoco podríamos asumirla.
   Estar atentos significa que los remolinos del mar son parte de nuestra ventaja, aquellos círculos que las manos de los amigos proponen son los remos para salir de los remolinos, es la ayuda, es la comprensión, es el estar en el corazón de los demás y dejar el tuyo a disposición, es que alguien sepa que estás dispuesto, abierto y entregado con lo que te queda, con lo que lograste juntar, los egoísmos latentes de este lugar frío y separado son así si lo proponemos así, pero de ese modo no pasarían las cosas que contaba en mis entradas anteriores, ni tantas otras que no cuento, pero que son de igual magnitud, donde el universo conspira para que sepamos cual es el camino de cada uno. Claro que no son casualidades, ni la caída de la mampostería, ni la llegada de Luna a nuestros brazos, a llenar el cuerpo de amor puro y donde la maravilla de este universo nos brindó su presencia para saber qué tan inmenso puede ser el amor. Por eso, por ella compramos aquel terreno, y por ella nos decidimos a cambiar de este lugar…por eso nos brindó el número de sorteo con el que ganamos en la primera adjudicación y por eso podemos comenzar a construir…no son casualidades, es su ángel y su nacimiento, fecha y mes del numero con el que fuimos a ese sorteo, obviamente sin titubeos lo ganamos. Ella seguiría tocando su bandoneón, su música y sus bongós mientras cantaba como sin darse cuenta que nuestra vida era lo más que un ser humano puede pedir para vivir, ser acompañado por su espíritu y por su amor todo. Intentaría como siempre ver donde más puede amar, como más podría hacerlo e intentar complacer llegar más lejos sabiendo que sus padres llevarían por siempre esa voluntad grabada. Por eso no puedo dejar de recordar el día que festejamos su cumpleaños número cinco, en el río con María, Alfred, Claudia y también estaba Silvana, por aquella tarde de este último febrero, caía el sol y los colores se transformaban en multitud de gamas en degrade en permanente transformación…hasta que la noche nos abrazó y sin querer las manos se unieron formando una ronda que nos concentró en su presencia…fue allí que un alma con bandoneón con sus amigos de cerca comenzó a tocar su música, bailando por nuestro derredor. No es ficción, eso pasó, ese alma, ese chico era la música de Luna, quién toca el bandoneón como una guitarra o percusión por una plaza donde hay docenas de hectáreas para tocar…pero no, tocaba un bandoneón, cerca nuestro y nosotros sabíamos de qué se trataba, sabíamos que este reconto de mensajes del universo, de dios, o de ángeles tenía argumentos suficientes para comprender que es solo cuestión de amor, de confianza y de fluidez.
   Estar atentos o en sintonía deja huellas en el alma, deja combustible para continuar y abre las barreras para no confundir los caminos, se abren las barreras y el cielo se pone poético, el viento jugará del lado que queramos y seremos entonces ese resultado del paso de los días, de las palabras que rimen sin pensarlas, de los repuestos para la vida que no nos dejen en medio de la nada, de los apuntes que olvidamos tirados en algún lado, de estar acompañados en todo el camino por la música de un bandoneón…y sabiendo de donde viene.

martes, 2 de julio de 2013

Sobre ángeles, casualidades, dioses y milagros. (4)

   El universo es el mismo siempre, cambia en espacios de tiempo imperceptibles para nuestro corto tránsito en él, quién nos elegiría para hacerle una jugada a favor, entre tanto desparramo humano, desorden intencional…? En fin, si el universo es siempre el mismo y no estamos atentos la vida nos pasa de costado, nos huye o… mejor dicho, nos la perdemos mirando el vacío…porque el cielo también se va. Ese universo siempre nos da algo de lo que más vale sepamos tomar su envión, su ayuda, entonces quizás nos comencemos a preguntar de donde salió la barita mágica, o el dios que nos protegió, o el ángel que nos está guiando…o la casualidad y tantas preguntas más.
   Alguna vez entre tantos momentos de aquellos en los que no estaba bien, en relación de dependencia de un mal hombre, lejano a cualquier cosa bella que la vida podía dar, comprendía que mi lucha estaba en franca derrota, desde mi percepción ya cansada de tanto ir y venir peleando por un vacío institucional, y que no por casualidad era en aquella época donde el país solo era para los que podían aprovecharse de los que no tenían nada…o cada vez tenían menos, menemismo le decimos en mi barrio.
  Decía que en aquellos momentos tenía mis días contados en ese trabajo, un local a la calle, en pleno Palermo, yo atendía, me hacía cargo de algunas cosas en las mejores épocas, mas luego de nada, ya que la intención era que me valla…aunque de tanto molestarme y de hacerme la vida casi imposible. Obviamente si hay alguien terco seguramente le doy dura batalla, y por eso no me iba, ni me echaban. Pero un error, cualquier error sería fatal y me podrían borrar de un plumazo sin que pueda patalear. Sábado por la mañana,  abría yo sólo, también  cerraba.  En el medio de todo eso aparecían los dueños, los encargados y burócratas varios, atendía a los clientes y a media mañana aparecía el resto del personal. Quién pensaría que ocho y media de la mañana levantaría la persiana olvidando destrabar los candados del piso, de ese modo rompí la cortina del local, todos los fierros inferiores destrozados, retorcidos en una maraña igual a mi dolor,  por lo que tampoco podríamos cerrar y con un finde por delante, candados, persiana completa en todo el barral inferior…en fin, mi final.
   Pero como decía, entre ese vértigo pasan cosas y la desatención podía producir mi ocaso, el universo seguía su curso entre mi angustia, mi cabeza pensando que diría…o como lo diría, armando hipótesis de como poder zafar de tanto descalabro entre los hierros retorcidos de un local que la jugaba de cheto en medio de la grasitud reinante. Lo cierto es que tantas angustias produjeron muchas desatenciones, muchos infortunios a lo largo de esos meses, pero supongo que un alo de luz me quedaba para mantenerme en pie, para soportar hasta el último respiro ese ajedrez donde yo era un empleado que con tanta antigüedad produciría más gastos que otra cosa como para echarme, mejor era esperar a que yo rompiera una persiana por ejemplo, o me quiera ir…casi que a esa altura de la mañana ya lo quería hacer. Pero…ese  ocaso no  apareció, por el contrario, a los diez minutos el que si apareció fue un trabajador de la herrería, con soldador y todo, con el carrito detrás preguntando
 –Hey Jefe!! Necesita algún trabajito que le pueda ayudar?-
    Es real??? Puede pasar???  Si, era él, vestido de dios, con una barita que se llama ángel divino y en minutos salvó mi día, dejándolo intacto, mi cara de alegría, de incredulidad, de fortuna y así fue que  nadie nunca se enteró, en unos pocos minutos miró el panorama, sencillo para un dios, cuatro puntadas de soldadura claves en los lugares estratégicos y nada para siquiera recordar, (salvo que ahora 10 años después ese nada lea este blog), y mi día pasó de la amargura explicita (yo) a el más bello día (…algo parecido a mi). Luego de eso todo siguió su curso, nadie supo nada, nadie percibió olor a soldadura, y todo siguió su mediocre desarrollo de aquellos días.