martes, 16 de febrero de 2010

Llegan las fotos...

Gracias Carlin por las fotos!



























Después de los múltiples frentes de tormenta los invitados llegaron, desplegados sobre La Nazarena, desparramados entre la Música de Leandro y las docenas de mateadas, se organizó el festejo de Luna que ya a esta altura andaba por otra docena de pares de brazos, festejada y agasajada.
La ya descripta espiritualidad de La Nazarena, con sus puertas abiertas mostrando su corazón para quién la visita, cos sus dos protagonistas, que adornaron el palacio entre tules de colores, mesitas y sillas por todo el parque. Leandro aportaba su cuota con la música durante toda la jornada. Los títeres para los chicos terminaron en un número no previsto para grandes, y la pantalla de Luís terminó en un video que Pato preparó sobre la hora para deleite de los invitados, Pato y Marina, no los de siempre, sino de las productoras amigas que se prendieron en esto de hacer posible este cumpleaños.
Los que prestaron sus autos para llevar y traer invitados hasta el Km. 72 y todos los que trajeron cositas para compartir.
A esta altura ya era tanta la energía que no quedó una sola nube, y se abrió paso una estrellada noche para que un vals agasajara a los enamorados y buscara nuevos, al compás de Los Amados y con una impecable introducción del incondicional Javier.
Así, entre brindis, fotos, charlas y chicos que no paraban de correr se iba el día, los que se bañaron en las aguas del tanque australiano, los que en la mesa de Ping Pong desafiaron destrezas y así, con el souvenir que la abuela Martha preparó para recordar esta jornada se iban poco a poco en la noche avanzada sin lugar para mas deseos cumplidos.
Sin embargo…. Aún nos quedábamos unos pocos, pero los suficientes embrujados para que con una guitarra, un mate, varios vinos, y múltiples vueltas de ánimo, magia y brillo nos arremolináramos bajo una madrugada que daba para el deleite. Como si poco fuera el Francés y sus amigos que nos cedieron el estacionamiento para los carruajes de los invitados, se animaron con un trasnochado asadito, chiquito y delicioso, para que enmarcara las tortas, arrollados, salados y budines que se agrupaban en una mesa que de música se destornillaba con el repertorio de Oscar.
Que mas se podía pedir? Luna bajo el brillo de las estrellas dormía agotada, y los que estuvimos allí supimos de brujas, ángeles, y sueños caminantes, agotados de no querer terminar, viendo como otra vez cambiábamos de opinión, y lo que difícil fue organizar, al punto de hacernos dudar, hoy, no vemos la hora de otra vez comenzar.

















































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