En
realidad el universo siempre actúa a favor, somos nosotros los que desatentos o
no lo percibimos. Quizás el mundo gira y nos sonríe, pero de qué hablamos si
estamos mirando para otro lado?. Digo, aquellas varitas que nos tocan siempre
lo hacen, quizás desatentos a tanto bullicio, sobre todo en la ciudad no nos
percatamos que nos está avisando de algún “milagro”.
Años más adelante por ejemplo me disponía
con amigos a un viaje, maravilla de viaje con motos y mochilas, una especie de
viajeros modernos que usan nafta en lugar de hacer dedo por las rutas
argentinas y cordilleranas limítrofes. Meses antes del cada vez más ansiado
viaje preparamos mapas, cervezas, canapés y con esa compañía los jueves nos
reuníamos a ver como lo hacíamos, por la 40 y no por la 8, por la costa y no por
las montañas… en fin, aventuras fantasías y expectativas que se sumaban y
también se descartaban. Todo era parte de un preparativo que hasta tenía en
cuenta los espacios de las mochilas, todo mientras preparábamos las condiciones
para un viaje sin carencias. Igual las había, faltaban compras para las motos, repuestos y definiciones, Quizás
una importante era aquella del tanque de aceite de uno de los viajeros…pero
llegaría desde algún lado antes de fin de mes…o del otro mes…., pero antes del
viaje seguro.
Había un grupo estable en aquellas reuniones,
había otros que no se decidían, y otros que se sumaban mientras las semanas
pasaban, hasta que el día llegaba inconmensurablemente, el 31 de diciembre
partíamos desde Gral. Paz y panamericana. Pero….alguien importante de ese
grupo, mi amigo Tonchi, no conseguía un repuesto del filtro de aceite, una
bendita tapa similar al de una botella que sostenía el aceite en su depósito…
ese tapón no aparecía, no llegaba desde el exterior…el final anunciado para su
viaje, el vacío de un animador de fiesta entre nosotros. No había retorno,
partiríamos sin él…la primera baja importante.
El ser parte de aquella aventura detenía
nuestras emociones en estaciones de aventura, miedos, inexperiencia y deseos, por
cierto no tenía todo como se debiera, mi portaequipaje era una especie de
esperpento ubicado en la parte de atrás de la moto de manera que bien parecida
era a una nave de los picapiedras, la noche anterior me decidí a dar una vuelta
por el barrio con toda la moto cargada, y suerte que lo hice, el desbalanceo
era total.
La medianoche cercana al fin de año era
calurosa, oscura pero muy concurrida, con paseantes y toda clase de
participantes en el calor de diciembre, entre mi ansiedad desinteresada del desbalanceo
de la moto y el deseo de partir ya a ese viaje tan anunciado y preparado….hasta
que en la esquina de la más transitada esquina algo sucedería….
Mientras tanto Tonchi desvanecido del dolor
y la angustia repetía sus tragos en la barra de un bar por tremenda
frustración, el repuesto no llegó nunca, y si llego su vacío en esos quince
días que pensó en un sueño…y no se cumpliría.
Trago tras trago las horas pasaban y el alcohol hacía efecto
Mi noche, diferente a la de él me detiene en
un semáforo, un pibe, no recuerdo su nombre me felicita entre envidia y asombro
por imaginar que hacía con una moto de esa envergadura, cargada de equipaje y
en plena partida de viajeros desde todos lados. Sí, me iba de viaje, que esto,
que aquello, que más acá que más allá…él también tenía una moto similar, pero
no podía viajar por algunos compromisos impostergables, comentario va y otros
que vienen le comento que un amigo tenía su misma moto, una Kawasaki 650, pero
no podría viajar por ese bendito tapón de aceite… como se llama tu amigo?- preguntó,
no muchos amigos que viven en san Martin tienen esa moto. –Tonchi!- dije, no te
lo puedo creer!!!! Tonchi???? Pero si lo conozco!!! Decile ya que yo le doy el
repuesto!! Si yo no puedo hacer nada este verano!...-
Mi partida fue hacia el teléfono, incrédulo
de lo sucedido apenas un día antes de la partida, en realidad unas 15 hs antes,
y el teléfono no contestaba,….Tonchi dormido, desvanecido ni atendía el bendito
teléfono, incapaz de creer que tras él había algo que cambiaría su perspectiva
de vida…al menos por quince días más, y muchos años de recordar tremenda
casualidad.
Finalmente Tochi viajo, con su moto y sus sueños
y todos nosotros, haciendo uno de esos viajes inolvidables por todo el país,
como debía ser. Quién puso la varita?
Donde estaba la casualidad, el milagro y la fortuna….? Tonchi tiene un ángel? O
cada uno de nosotros… todos quizás?
3 comentarios:
Maravillas del camino... dichoso aquel que puede mirar mientras se mueve, porque puede ver más...
Desde otra lejania me zambullo en tus palabras. Y me digo !que lindo titulon para una novela!.Tu sensibilidad me apabulla y tus imagenes de amor , de vida , de esperanza son las gotas de ese balsamo que todos intentamos encontrar. Gracias por crear este espacio por brindarnos tu ser. Por ayudar a seguir soñando, por ser un referente. SOS UN GRAN ARTISTA.LOS QUIERO !!
Soy el que se encontró con Pablo esa noche del 30 de diciembre de 1994 en Avenida del Libertador y Pelliza. Recuerdo perfectamente ese momento, yo iba acompañado de mi hermano, y al frenar en el semáforo nos ponemos a la par. En esa época era costumbre saludarse entre motociclistas desconocidos, así que cruzamos saludos de rigor y nuestra fascinacion por ver una moto lista para salir de viaje. Un sueño que por el momento yo no había podído realizar por distintos motivos. Palabras van palabras vienen y la "casualidad" de un amigo en común que justo necesitaba "algo" para poder hacer el viaje soñado y se hizo la magia!...saqué el repuesto de mi moto y Tonchi pudo viajar con su KLR.
A su regreso nos seguimos viendo, compartimos varias salidas de motos y reuniones de viajeros, pero después la vida nos hizo tomar distintos caminos. Hace tres años, para la misma fecha, voy caminando con un amigo por la calle, casualmente hablando de motos y de esta anécdota... A los pocos minutos aparece de la nada Tonchi con su moto... Me quedé paralizado porque hacía unos diez años que no nos veíamos y no sabía nada de ellos. Luego de las explicaciones del caso y la triste noticia que me dió, sacamos como conclusión que no era una casualidad y que Pablo es nuestro ángel.
Este es mi humilde homenaje a Pablo, que aunque no fuimos grandes amigos pudimos compartir esas ganas de conocer el mundo en dos ruedas. Espero que este blog luna oceánica nunca se cierre. Adrian (agolisano@hotmail.com)
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