lunes, 27 de mayo de 2013

Un día uno iba a ser Homero

      Me preguntaban qué significa la derrota, el fracaso, la frustración…cosas que habíamos imaginado de jóvenes y que la vida propuso borronear a cambio de cierto perfume emancipador que nos relaja a cambio del silencio, frustraciones de ser mayores y no haber conquistado casi nada de lo que buscábamos…en fin, una manera de considerar la vida apagada, oscura, derrotada casi resignada…en fin, una manera de ver esa vida que supone complicidad con un supuesto final de partido con una derrota imposible de revertir.
   Me pregunte desde que la recibí porque disiento desde lo más íntimo, sin saber explicar la raíz de mi disenso total, no es no haber tenido el mejor equipo de fotos, ni reconocimiento mundial por lo realizado, ni trascendencia en algún aspecto extraño de este mundo multifacético, donde los valores retorcidos, superficiales y materiales son el emblema de este lado del mundo, entre la muerte encubierta, deliberada y desinteresada de tanta inocencia y el consumo efímero aun a costa de la pobreza más extrema, sin que nada nos conmueva de todo eso mientras pasa a nuestro derredor de la manera más acumulativa y masiva que nos podamos imaginar o saber, con distracciones elocuentes en discusiones baratas y shows mediáticos provocados para nuestro consumo.
  Me preguntaba porque cambiaría esta vida al lado de Luna..un viaje personal al espacio? Cambiaria lo aprendido por haber sido reconocido en alguna conquista científica? La cambiaría por ser líder de alguna conquista social? Cambiaría una abrazo de ella, algún gesto de aquellos que hoy recuerdo por estar siendo entrevistado por la CNN en un descubrimiento que después se use en algún envenenado propósito no deseado?...mi vida tiene una realización personal que es la suprema realización de mi espíritu, es haber conquistado y abrazado los ojos de la mamá más bella, de los ojos más sublimes y fuertes, de la persona más sensible que conozca, y con ella haber sentido la única experiencia de conocer la personita más dulce que pudiera haber sentido mi corazón, que no encuentra argumentos para suplantar esa sensación que trascienda sobre eso en ningún aspecto, no necesito otra conquista, y trabajo de lo que me gusta, y tengo lo que necesito, pero sobre todo…mi corazón lo tiene en su recorrido, con el profundo agradecimiento de haber conocido la paz, el mundo de amor, el legado de paz y sabiduría que la vida misma no puede representar con palabras, frases  u oración alguna. Luna es mi paso por la vida más bella, y con su mamá (fundamental en esa fórmula de belleza y cautivantes rasgos espirituales y físicos) sabemos de qué hablamos.
  Nunca a pesar de las dificultades supimos hablar de derrota, de infelicidad o de miseria, nunca supimos retener el insomnio a cambio de resignación o de desesperación, de reclamos o de derrota, y ella nos enseñó eso siempre, aún en los momentos más dramáticos, en cualquiera de sus momentos difíciles siempre fue feliz, y nosotros aprendimos de ello, que cambiaría a cambio de tanta sabiduría, apenas con unos pocos años en esta vida? Ella tiene eso, saber que esta vida no tiene mayor legado, lo dice mi corazón, la poesía de sus ojos, lo tanto que peleamos para que pudiéramos darle a su vida lo que nuestro corazón soñaba en momentos donde estábamos entre paredes de un sanatorio, es que vea el mar, que vea el cielo, que vea al viento en su máximo esplendor, ir de vacaciones aunque necesitáramos de la imposibilidad como aliada, y lo hacíamos porque sabíamos lo que significaba tenerla entre nosotros, con esta vida, con esta experiencia de amor irreemplazable, único, e incapaz de reclamarle a la vida algo, de pedirle algo, de no saber disfrutar de lo que tenía a su alcance. Y nosotros no hubiéramos dejado por nada por estar a su lado, ni entre las paredes de un sanatorio, ni en algún proyecto utópico. La vida no era vida de estar separados, y no importaba ni donde ni como, aún hoy.



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