viernes, 15 de febrero de 2013

Intensamente.


Aquel 11 de febrero del año que naciste no pensaba que viviría esta intensidad en cada día. La profundidad de ese día y los meses anteriores, donde debíamos prometernos cerrar filas ante una órbita de médicos especialistas, técnicos y especies varias. Recuerdo las plazas abrazado a tu madre, recuerdo las miradas sabiendo que el silencio se apropiaba de nuestros secretos, recuerdo las noches pensando y los días agotado…hasta que naciste y un mar de mensajes llegaban desde tu cuerpo, tus ojos y tu llanto.

   Así fue desde aquel día en que venias a nosotros, y siempre fue intenso, como cada minuto, como cada pensamiento o debate sobre los pareceres y pasos a seguir. Igual fuimos a Mar de Cobo, igual fuimos a La Nazarena, igual fuimos a festejar tu cumpleaños. La noche y las mañanas los amaneceres y las miradas, las palabras de María y las velas del río, las estrellas y los recuerdos de tu voz en las grabaciones. Silvana cantando y Alfred y Claudia, todos en un sinfín de pensamientos, aglutinados en un día diferente. Grace y Pato, Guada y diego en viaje por Robles, la energía del terreno y siempre tu mano sobre la mía, como tu mirada, como tu guía. Allá entre las olas de ese mar abierto cambiando las sensaciones por agua fría y olas que revolcaban viejas monotonías, Caro y Sergio, Quentin y Ale…una ronda de días que vos unías y como contar que de otro modo no podíamos estar, como cada minuto, como cada kilómetro. Hasta que nos abrazamos en esa unión que nos mantuvo entre violines, cenas y arena, horizontes y sol de medianoche, humo de vegetales y mil ideas para otras ideas. Intenso mar de corrientes amorosas, intensas corrientes de caminar entre tus dedos, entre tus miradas y los recuerdos…

   Plegarias, cantos y música, miradas y también un río de testigo, un mar de sábanas que nos abrigaron y todo eso fundiendo dolores y sueños que se transformaron en latidos, risas y lo que hoy es, una lluvia intensa sobre el calor de cada fotograma que nos lleva a vos. No vinieron de lejos para decirme que lo bueno estaba pasando, junto a la música barroca y dos violines. No vinieron de lejos para tocar el bandoneón mientras el río era testigo, así pasa el tiempo, bañándonos en sensaciones que se desprenden de tus legados, muchas veces los captamos.
 

 

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