lunes, 23 de abril de 2012

Caminos.

  Caminos diferentes, espacios para completar, temas a resolver, esas no son vacaciones para descansar, son caminos para comprender, que del silencio y del vacío hay cosas que merecen dilucidarse, comprenderse. Hay respuestas que merecen ser meditadas, y con la oscuridad, el resolver donde ir, el mirar las curvas desconocidas son parte de una intromisión, pero a uno mismo, a un ser desconocido que habita en un lugar tan lejano como los kilómetros que se recorren. Hay un ser que se conforma con la conjunción karmática de los que vamos de viaje, en ese viaje, y que al desenredarlo se traduce en la biografía de esas personas. Los viajes son esas respuestas a tantas preguntas que no se realizan antes, se comprenden después. Es cierto que nos perdimos, y con mucho placer, es válido hacerlo, es necesario, al escuchar las tormentas de cerca, salvajes, se comprende la ciudad de lejos, los sentidos perdidos, como la percepción a la intuición culpa del celular.


En otro orden estar en la lejanía replantea necesidades, y no por casualidad la cercanía, el volver a la ciudad se formaliza en una serie de entendimiento con todo lo que nos rodea, y las necesidades se responden con habilidades y disponibilidad de todo lo que se extravió, o se rompió, o comenzó a hacer falta.

No es casualidad que ese paraíso haya aparecido, entre nuestros ojos escondidos había un lugar que estaba allí, pero no podíamos verlo, no sin antes conocer otro oscuro, amenazador, donde había que resolver aullidos de la naturaleza, extrañas siluetas pálidas de la noche y personas que decían cosas, pero sólo a condición de nuestra luminidad.

No se ve el día si no se conoce la noche, no se conoce lo sano si no se enfrenta lo enfermo y tantos ejemplos mas, como este viaje.


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